Rodeada de extenso parque y ubicada en privilegiada esquina de la zona de Carrasco, la residencia del Embajador de Japon no deja adivinar por el diseño de sus jardines el origen oriental de sus ocupantes. En el interior, el panorama cambia.
Sutiles son los rasgos del diseño que marca la procedencia geográfica. Más allá de algunos adornos y cuadros de origen oriental, los trazos reveladores se orientan por la armonía, el minimalismo en la ambientación, la simetría mantenida a rajatabla, la sensación de relax que imprimen los diversos matices de un mismo color, el amarillo, emblema del Imperio del Sol Naciente.
Lo que era la casa original que hoy ocupan el Embajador Peruyo Shi Inagawa y su señora Nobuko Inagawa, ha quedado al fondo y sus ambientes fueron destinados al uso cotidiano. En el frente, sin que se note por dentro ni por fuera que es un agregado, uno de los Embajadores de Japón acreditados ante nuestro gobierno en años recientes, hizo levantar una nueva y enorme planta de recepción que sienta a unos cincuenta invitados y un comedor con mesa para veinticuatro personas.
Decoracion con diseño oriental
Ocho sofás para cuatro personas cada uno, tapizados en brocato de algodón amarillo tenue, a juego con los stores, forman dos grandes cuadrados que enmarcan dos mesas de buen tamaño en cristal y base de hierro patinada, al igual que los dressoirs que siguen la línea de los ventanales.
Sobre una de las paredes del comedor, la antigua colección de quince litografías sobre madera describe la vida cotidiana de los comerciantes que atravesaban los 53 puestos de aduana existentes, en ese entonces, entre Tokyo y Osaka.
En otro salón más pequeño integrado a la recepción, un equipo de karaoke testimonia la afición de los japoneses por ese sistema para cantar en forma colectiva.